En el anterior artículo del blog (que te recomiendo leerlo antes que este, si no lo has hecho), nos adentramos en el mundo de la educación equina a través de la etología y la psicología del aprendizaje aplicada a caballos. Como prometí, hoy toca profundizar en la base: ¿Qué es conducta y qué es aprendizaje?
Está muy extendido el concepto de que la conducta es el comportamiento observable que realiza un ser vivo pero, en realidad, es una definición muy incompleta. Esta creencia de que la conducta es una acción nos limita a ser mejores tutores y profesionales dentro del mundo del caballo… Si solo tomamos como comunicación la muestra de comportamiento, entonces…
¿Qué comunica el caballo cuando no hace nada?

La conducta puede ser muchas cosas según qué año, qué autor y qué rama de la ciencia la haya estudiado. En sus inicios, los padres investigadores de la conducta decían eso, que la conducta era todo aquel comportamiento que podíamos visualizar de un individuo. ¿Pero y qué pasa con las emociones? ¿Y los procesos cognitivos y biológicos? ¿Cuán visible tiene que ser un comportamiento para que se considere conducta? ¿Qué es la no-conducta o inacción?
A día de hoy sabemos que la conducta es muchísimo más que observar acciones. De hecho, reducir el comportamiento del caballo a eso, no solo es menospreciar su inteligencia, sino también sus capacidades de supervivencia, sociales y de aprendizaje. Desde un punto de vista moderno y actual, la conducta equina se trata de un fenómeno realmente complejo y multidimensional que engloba muy resumidamente:
- Conductas observables innatas, como la necesidad de huir ante situaciones desconocidas o estresantes.
- Conductas observables aprendidas, como las órdenes a la pierna o acercarse a la puerta del paddock cuando escucha el motor del coche cuando llega su humano favorito.
- Procesos neurobiológicos y cognitivos, que no son observables, pero en los que está involucrado el Sistema Nervioso Autónomo, la regulación emocional, la percepción, el procesamiento sensorial, el aprendizaje y la memoria, la toma de decisiones, los estados emocionales y los pensamientos (entre otras cosas).
Detrás de un comportamiento hay todo un mundo y creo que con el siguiente ejemplo lo váis a entender muy bien. Imaginaros por un momento que sois guardias de seguridad en un banco y a través de las cámaras observáis cómo se comportan los clientes mientras hacen sus trámites económicos. De repente, entran en el establecimiento un grupo de ladrones encapuchados que van armados con metralletas, pegan tiros al aire y siembran el miedo en la sala. Por las cámaras, veis cómo hay personas que gritan y se agachan, otras que lloran de miedo… Pero seguro que también hay quienes se quedan paralizados por el shock, quienes se orinan encima (aunque nadie vea como se mojan la ropa) o quienes se muestran tranquilos y serenos (aunque las pulsaciones del corazón las tengan a 180). Todos están presenciando la misma escena, todos tienen miedo y están expuestos a estrés, pero ojo, no todos actúan de la misma manera… Y no, no quiero que os quedéis con “ah vale, es una metáfora de que cada caballo actúa de una manera distinta ante el estrés”, porque es un tema en el que creo que estamos ya bastante sensibilizados. Voy más allá con el ejemplo del banco. Lo que quiero decir es que,
Que una conducta no sea observable, no significa que el individuo no esté haciendo nada. Dentro del silencio también pasan cosas, aunque el caballo no las diga, aunque nosotros no las podamos ver.
La no-conducta se suele interpretar como una falta de respuesta o comunicación. Sin embargo, la inacción equina es portadora de potentes mensajes que podemos intuir o aprender a descifrar. Hay caballos que necesitan observar, procesar, analizar y pensar antes de mostrar un comportamiento o tomar una decisión; al igual que las personas y otras especies. O a veces, simplemente la conducta no se exterioriza o no es lo suficientemente llamativa para que el ojo humano la pueda percibir. Por otro lado, desgraciadamente, también hay caballos (muchos, demasiados), cuya no-conducta es la secuela de la violencia psicológica, como la indefensión aprendida, a la que estamos muy acostumbrados a presenciar, admirar y pagar para que la ejecuten con nuestros compañeros equinos. Esto ocurre porque existen tantos (pero tantos) caballos deprimidos y sumisos que, como nunca hemos interactuado realmente con un equino psicológicamente sano, creemos que eso es un caballo relajado y confiado, cuando en realidad es un caballo mentalmente enfermo. Por lo tanto, la no-conducta también puede ser algo aprendido por un caballo expuesto a los actuales métodos de doma y entrenamiento.

Esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Qué es el aprendizaje?
El aprendizaje es el mecanismo por el que un individuo modifica su conducta a través de la experiencia. Por eso, la conducta no se puede encasillar exclusivamente en lo observable, porque el aprendizaje es mucho más que acción-reacción. El aprendizaje es biología, psicología y neurociencia. Pensar lo contrario, pensar que la conducta solo son los gestos que podemos ver, nos hace personas más impacientes, más ignorantes y menos empáticas con nuestros caballos. Es más, es este malentendido el que nos hace buscar caballos robotizados, caballos antibombas y que siempre digan “vale, lo que tú ordenes”. ¿Por qué? Porque repito: confundimos caballos deprimidos y sumisos con caballos relajados y tranquilos.
A un caballo se le puede enseñar a no exteriorizar una conducta y es muy fácil de conseguir. Fíjate si es fácil, que ese es el objetivo de la mayoría de métodos de de doma alternativos. Aunque cada supuesto profesional le ponga un nombre distinto a su método, la base es la misma. ¿Por qué hay tantas personas que pueden replicar esos métodos? Porque no hay que tener un don o ser un genio para anular o extinguir una conducta. Cualquier persona puede hacer que un caballo deje de morder, deje de cocear, se quede quieto al poner una montura o subirte encima, deje de huir para ponerle la cabezada,… Pero advierto a navegantes:
Lo único que conseguiremos será inhibir la conducta, no que el caballo diga “sí quiero, me gusta, acepto”. ¿A qué os recuerda la frase de “si no quisiera hacerlo, protestaría o pelearía más, pero no opuso resistencia y me dejó hacer, por lo tanto le gustó y aceptó”?
Pero volviendo a lo del caballo que estábamos domando: perfecto, hemos eliminado la conducta que nos molestaba, pero la opinión del caballo sigue siendo “no quiero”, porque si cuando decía que “no” no lo escuchábamos, ahora que le hemos enseñado a callarse, el silencio nunca significará “sí”. El caballo ha aprendido a no exteriorizar la conducta, no a cambiar de idea sobre ese tema.
Por eso decía que silenciar una conducta es fácil, porque lo difícil es darle al caballo todo el tiempo y el proceso de aprendizaje que necesita. Ningún individuo con un problema conductual de verdad, en treinta minutos o una hora (o el mismo día) pasa de tener morirse de miedo o querer matar a alguien a estar realmente relajado y tranquilo. Lo que ocurre son otras cosas, cosas graves como la fatiga sensorial o la indefensión aprendida; dejando esta última secuelas mentales en el caballo para toda la vida. ¿Cuántos profesionales conoces que se enfocan en ser ellos quienes hagan desaparecer la conducta? ¿Y cuántos profesionales dedican tiempo en entender el origen de ese comportamiento, conocer al caballo, dejar que sea el caballo quien ponga los días-semanas-meses-años que necesita de rehabilitación psicológica, te guíe y eduque a ti como tutor, y te acompañe durante el proceso para crear nuevos aprendizajes con tu caballo? Lo primero, es como ir a un show de ilusionismo; lo segundo, es como acompañar a tu caballo a psicoterapia.
En el mundo de la educación equina está todo inventado, está todo descubierto, y la ciencia hace muchísimos años que le ha puesto nombre a todo. Los métodos de la doma alternativa, le pongan el nombre comercial que le pongan, siguen fielmente los ejes de lo que en psicología se conocen como teorías del aprendizaje. Estas teorías serán nuestras protagonistas en siguientes artículos y será ahí cuando empecemos a entender qué es eso de la indefensión aprendida y la desensibilización.
